IGLESIAS FERNANDINAS
Proponemos al visitante hacer un recorrido por el centro histórico de Córdoba siguiendo la ruta de las primeras parroquias con las que contó la ciudad tras la conquista cristiana en 1236, las iglesias fernandinas, que deben su nombre al rey Fernando III. Visitarlas nos permite conocer la Córdoba bajomedieval y su peculiar arquitectura gótico-mudéjar.
La ciudad de Córdoba estaba dividida en dos sectores, la Villa, de origen romano, y el arrabal islámico de la Axerquía, separados por una muralla interior que seguía el eje formado por las actuales calles de Alfaros y San Fernando. Su interior fue repartido tras la conquista entre las collaciones, unidades jurídico-administrativas articuladas en torno a una parroquia. Algunos de esos templos, como San Lorenzo o Santiago, se levantaron sobre antiguas mezquitas, que recordábamos en una entrada anterior de este blog, Las otras mezquitas de Córdoba. Otros, como San Pedro o San Andrés, es posible que ocuparan el solar de antiguos templos cristianos mozárabes. La planta de estas nuevas iglesias suele ser de tres naves, con fachadas de arcos apuntados de sobria decoración. Destacan por sus espléndidos rosetones San Lorenzo y San Miguel.
Una ruta por la Villa podría comenzar en la iglesia de San Nicolás, junto a la céntrica avenida del Gran Capitán. Esta parroquia debe su apariencia actual a las importantes remodelaciones efectuadas en ella durante los siglos XV y XVI, con la construcción de la torre, la portada renacentista, la capilla bautismal y la sacristía, obras de los arquitectos Hernán Ruiz II y Hernán Ruiz III.
La cercana iglesia de San Hipólito no fue parroquia, sino colegiata (iglesia que, sin ser catedral posee cabildo, comunidad de eclesiásticos). Fundada por el rey Alfonso XI, su ábside y crucero fueron levantados en el siglo XIV, quedando después paralizadas las obras hasta el siglo XVIII, momento en que fueron trasladados desde la Mezquita-Catedral los sepulcros de Alfonso XI y su padre Fernando IV de Castilla, y se construyó asimismo la portada barroca de la fachada principal.
Desde San Hipólito nos desplazamos a la iglesia de San Miguel, una de las parroquias fernandinas mejor conservadas. Levantada sobre una antigua mezquita, en su sencilla fachada se abre una portada con arco apuntado y arquivoltas, sobre la que se sitúa el rosetón. En su costado derecho encontramos una hermosa portada mudéjar, rematada por un arco de herradura apuntado, enmarcado por alfiz. En el interior destacan el retablo mayor, marmóreo, y el artesonado que cubre la nave central.
Desde San Miguel bajamos a la antigua iglesia conventual de San Pablo, en el límite entre la Villa y la Axerquía. Formó parte del convento de la orden de Santo Domingo, fundado por Fernando III y derribado en el siglo XIX. Se accede a la iglesia por el antiguo compás del convento, a través de una portada barroca de columnas salomónicas. En su interior, junto al artesonado de la nave central destacan el retablo marmóreo de la capilla de Nuestra Señora del Rosario y la capilla del Cristo de la Expiración, decorada con yeserías mudéjares.
Ya en la Axerquía, la parroquia de San Pedro fue fundada sobre el solar en el que la tradición sitúa la basílica mozárabe de los Tres Santos. Iniciada a finales del siglo XIII, la portada principal, encajada entre grandes contrafuertes, es ya renacentista, obra de Hernán Ruiz II. De su interior destacan dos espléndidos altares barrocos, el del altar mayor y el de la capilla de los Santos Mártires, construida esta última en el siglo XVIII, para acoger a los cristianos cordobeses martirizados en el siglo IX.
Defiende asimismo la tradición que la iglesia de San Andrés se levantó sobre un antiguo templo mozárabe, en este caso el dedicado a San Zoilo. En su exterior, sobresalen la fachada barroca y la torre campanario, de finales del siglo XVI, con un segundo cuerpo girado, similar al de la torre de la cercana iglesia de San Lorenzo. El conjunto de retablos barrocos que encontramos en el interior culmina en el altar mayor, de mediados del siglo XVIII, diseñado por el escultor Pedro Duque Cornejo.
En el emplazamiento de una antigua mezquita se construyó la iglesia de San Lorenzo. La fachada se caracteriza por su inusual pórtico de arcos apuntados, sobre los que se sitúa el gran rosetón. La torre, levantada sobre el alminar, presenta tres cuerpos decrecientes, el último girado, diseño renacentista de Hernán Ruiz II. En su interior destaca la decoración pictórica mural de la cabecera, frescos descubiertos en 1966 que representan escenas de la pasión, uno de los ciclos de pintura mural más completos e interesantes de Andalucía. También la impresionante talla del Cristo del Remedio de Ánimas, obra anónima del XVII, de taller granadino.
Finalizamos nuestro recorrido en la iglesia de Santa Marina, situada en el límite norte del arrabal de la Axerquía. enmarcada, como la de San Pedro, por potentes contrafuertes. En el exterior, junto a la robusta torre campanario, obra de Hernán Ruiz II, destaca el agudo gablete de la portada de su costado izquierdo. En el interior, junto al artesonado mudéjar que cubre su nave central destaca la sacristía, del siglo XV, antigua capilla funeraria de los Orozco, de portada enmarcada por alfiz y decorada por delicadas yeserías mudéjares.
Para saber más…
CARMONA PÉREZ, Juan Manuel (2017): “El tránsito de la Córdoba islámica a la Córdoba bajomedieval cristiana. Nuevas perspectivas desde la arqueología”, Anahgramas 4, 44-104.
https://helvia.uco.es/handle/10396/17769
https://www.diocesisdecordoba.es/pdfs/horario%20apertura%20templos%20bic.pdf
M.B.A.
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